Amar desde la Plenitud

Amar desde la Plenitud

Muchas mujeres pensamos que los temas del amor es complicado y retador, muchas veces según nuestro nivel de conciencia dramatizamos más de la cuenta los retos o lo que implica el amor en nuestras vidas, con el paso de los años, la experiencia, la lectura y la autorreflexión he descubierto que muchas veces hacemos una película en nuestra mente con los asuntos del amor.

Si te pones a pensar un poco más y viajas al pasado de como mirabas el amor anteriormente en tus 15, 16 o 20 años te darás cuenta que es muy similar tu percepción del amor, o ha mejorado con el tiempo depende en que proceso de tu vida estés.

Cuando somos niños, los niños no la piensan tanto, no hay malicia, no hay drama, solo hay sonrisas, ternura, cariño, dulzura, amor, pureza. Todo cambio al pasar el tiempo por cambios y evolución del ser humano, un niño cuando alcanza entre los 11 – 14 años y siente atracción por una niña, se fija en su sonrisa, y su personalidad en base, ya comienza a decirle a su papá que le gusta una niña, y le comienza a preguntar cómo debe invitarle a salir, a que heladería llevarla, o que regalarle, pero hay mucha inocencia.

Cuando hay inocencia no hay inseguridad para ninguno de los niños. Todo comienza cuando vemos los espejos de las familias, mamá, papá, hermanos, cuando vemos que no ha habido una familia estable, donde se integra mucho el respeto, el amor puro e incondicional entre la relación de los padres, tanto la hija mujer como el hijo varón crecerán con inseguridades que se reflejarán en su vida adulta y se ve afectado en sus relaciones de pareja.

Talvez nunca lo vistes de esta manera, entonces la mujer comienza a torturarse, debo ser más perfecta, más alta, más espontánea, más y más y más todo eso debido a los espejos y expectativas de la madre.

El hijo varón tiene inseguridades por las expectativas pone sobre el hijo, debes ser más masculino, más fuerte, los hombres no lloran, o para otros diez 3 mujeres a la vez eso te hace más hombre, entonces crecemos y nos desarrollamos según las expectativas de los padres y no formamos en nosotros autenticidad sino que nos formamos según las expectativas de los padres, y en lugar de crecer seguros y plenos crecemos inseguros y con desconfianza en nosotros mismo.

Las relaciones de parejas de nuestros padres son base para ver cómo podrían ser las nuestras lo que deseamos para nosotros lo que podemos tolerar y lo que no.

Una niña confiada de su misma, crece una mujer segura de si misma, fuerte, valiente, decidida, determinada y con la capacidad para poner límites sanos en la vida de ella, para rechazar cualquier conducta inaceptable moralmente hablando.

Una niña insegura y una mujer insegura y sumisa se tomara todo a la ligera y aceptara cualquier actitud o comportamiento para ser aceptada, amada, aunque no le guste o crea correcto ciertos comportamientos, esperando ser amada, vista.

El niño pasa algo similar cuando crece y es un hombre, se da en exceso, le pasa cosas incomodas, cuando no tiene amigos, no se cuida su aspecto físico como ir al gimnasio, cuando no tiene visión ni ambición ni proyectos personales, ni finanzas estables, se frustra cuando la esposa en lugar de ser un refugio de paz, se convierte en demandante, exigente, a tal punto que el hombre se siente drenado energéticamente y busca otras opciones fuera, porque la paz que no encuentra en su casa. Lo anteriormente expresado no justifica ninguna mala conducta de un hombre pero si pasa ese escenario cuando el hombre no encuentra paz en su hogar.

La vida es un equilibrio, las relaciones plenas y sanas se construyen con bases sólidas de personas que tienen proyectos de vidas individuales y ricos para compartirlos con el otro.

RECUERDA ERES LUZ INFINITA, NACISTE PARA DEJAR UN LEGADO, ERES CABEZA Y NO COLA.

Por: Gema Jiménez